Música

30 jun 2021

Uy, había que poner título.


Quitando malas hierbas de los tomates me vino a la cabeza lo mucho que se parece esto a quitar mierda de dentro de uno. Si uno quiere que los tomates crezcan fuertes, sanos y ricos, hay que quitarle los males que se le pegan a la raíz, porque sino esos males producen en la planta el simple hecho de no crecer. Le quitan la tierra, el agua que uno le pone con tanto mimo y se marchitan, se apagan como el sol entre las nubes. Y se acabó la fiesta del tomate.

 (Que sepáis que hay un pueblo en España, Buñol, en el que hay un día al año en el que se lanzan tomates unos a otros, buscadlo si no me creéis).

Y así somos nosotros, ¿no? Si alguien nos absorbe la energía desde la raíz, es bastante complicado crecer y seguir avanzando mientras alguien te quita lo vital. Hay que arrancarlo de raíz y punto. 
¿Veis en la foto los pedrolos esos? Eso es lo que dejamos que crezca en nuestro interior, y eso es lo que nos quita el agua, la tierra y las ganas de crecer. 

Quitadlo, gente, porque no vale pa ná. 

-Qué filosófica te vuelves por quitar raíces, chica.
-Lo sé, lo sé, pero, ¿y lo que mola qué, eh?

23 jun 2021

Oye, mi cuerpo pide salsa.

Pues han ocurrido cosas, sí. ¿Qué tal lo lleváis? ¿Bien? Esto es como hablar con los audios, esperas a que te contesten peeeero no, estás realmente hablando sola. 
Bienvenidos de nuevo a este mundo caótico que mis padres decidieron llamar Sol. 
El Covid eh...qué locura. Cuando tengamos la edad de nuestros abuelos, contaremos batallitas como ellos, ya veréis qué risas. 

-Si es que alguien nos escucha.
-Sí, esa es otra.

Recapitulemos la guerra interna que he planteado en este blog desde tiempos inmemoriales.

-Tampoco te flipes, tía, desde 2016 o así.
-Eso fue hace mucho ya, Jess.

¡Ah, claro! Ella tiene nombre, sí, es más fácil hablar con la parte más jodida de ti mismo si lo personificas y le pones un nombre. Os presento a Jessica, mi neurótica favorita.

-Gracias, gracias. Ha sido un verdadero placer haber hablado en tantas ocasiones y por fin, tengo un nombre. 

¿Sabéis de lo que me he empanado leyendo las entradas de este blog? Que tenía mucho dolor, muchas ganas de enseñarlo y de que alguien, quien fuese, me dijese que no estaba loca, que esos sentimientos son reales y normales, solo que una "jovencita" no debería tener desde tan temprana edad. Que no me preocupase, que disfrutase del tiempo y que aprendiese realmente quienes eran mis aliados y quiénes no.

Tranquilos, Jess y yo los hemos ido descubriendo, creo que hoy lo tenemos muy muy claro. 

No os he contado de B, pero no creo que sea estrictamente necesario, porque él me ha ayudado tanto a crecer, que a veces estoy convencida de que hablo como él. Dios los cría y ellos se juntan.

El dolor ya no forma parte de mis días, eso es algo muy cierto, me he dedicado en cuerpo y alma a sanarme de tanto mal que había fuera, pero sobre todo de TODO el daño que había dentro. ¿Sabéis que la mayoría del dolor que tenía era heredado? O sea, no era mío, era de mis padres, de mis hermanos, de mis amigos, de mis parejas, del pasado, de los extraños...
Ya sabéis que cuando algo externo os afecta, ese dolor no os pertenece. Os hacéis esclavos de ese dolor pero no es vuestro, es...de alguien más. ¿Quién? Según. Esos defectos que os echáis en cara que, en el fondo de vuestra alma sabéis que realmente así así no sois, pues esos defectos no son vuestros, las acciones sí, pero los defectos...

No sé, últimamente divago pero de forma más....mmmm...¿neutra? No sé cómo llamarlo. Trato de hablarme con respeto, porque Jess no aguanta demasiada tontería, y se vuelve un poco perra cuando me paso de la raya, cosa que agradezco porque, habéis leído mi blog, ¿no? Sabéis lo hiriente y destructiva que puedo llegar a ser, ¿no? Pues Jess es mi mecanismo para no hacerme daño a mí misma. Ella es el freno que necesitaba, y lo he tenido dentro toda la vida, sólo que no sabía comunicarme con esa parte, no entendía que ella no quería herirme, quería ayudarme porque, HOLA, somos dos en una. 

Pues bueno, el mundo se ha vuelto loco y he recobrado la cordura. ¿Qué cojones está pasando aquí? 

Pero, ¿sabéis qué? Me importa una mierda. La locura, el ajetreo, el estrés, la gente...va a seguir pasando, ¿sabéis? Lo malo, digo. ¿Para qué nos vamos a volver más locos que la sociedad por tratar de solucionar todo lo malo que ocurre en el mundo? He aprendido que, si dejas que tus sentimientos controlen tus pensamientos, estás jo di d@. 

Los pensamientos son neutros, los sentimientos los ponemos nosotros. Y las acciones, pues, no son neutras, claro está, pero no hay que permitir que ellas te dominen la mente, sino dominar las acciones (por lo menos las tuyas, con las demás volvemos al paso uno). He llegado a esa conclusión después de mucho indagar y urgar en mi interior para interpretar cómo cojones dejar de sufrir tanto y poder disfrutar más de lo que veo, hago, digo, siento, huelo, pienso, toco...el ahora, ¿sabéis? El ahora es la vida, no el mañana o el ayer, no, eso va a pasar o ya ha pasado, no está pasando, ergo, presta toda tu atención al presente, e intenta disfrutarlo lo máximo que puedas en cada situación porque, los hechos también van a seguir pasando, quieras o no, así que te toca a ti darle más o menos importancia, más o menos sentimiento, más o menos atención. Y punto. 

Y me piro. Ya veremos cuando vuelvo pero, si lo hago, espero volver con más fuerza como ahora porque amo leerme así.